El cambio en el modelo periodístico que empezó a experimentar el universo mediático hace ya más de una década sigue en plena ebullición. Por el camino, los medios de comunicación escritos han, por norma general, adelgazado hasta la extenuación sus estructuras, tratado de adaptarse a unos hábitos todavía por definir y buscado clavos ardiendo a los que agarrarse en pos de su supervivencia en este nuevo escenario. Y, a día de hoy, una de esas grandes esperanzas tiene nombre propio: clickbait.
El concepto de clickbait, etimológicamente, no es más que la unión en inglés de los términos cebo y click. Básicamente, un cebo para conseguir que los usuarios hagan click en algo. Tan sencillo y tan complejo como ser lo más llamativo que sea posible para conseguir ese pinchazo, esa visita a la web que pueda traducirse en datos sólidos que presentar a anunciantes en busca de balones de oxígeno financieros en forma de publicidad online.
Es un problema de fondo y forma. Para conseguir esos clicks, los medios de comunicación dejan a un lado el rigor, la seriedad e, incluso, hasta las formas y al propio periodismo. Los titulares han pasado de ser la pieza central en la que condensar la máxima información posible a no ser más que un gancho para forzar que los usuarios visiten cuantas más páginas dentro de la web, mejor.
Hasta no hace demasiado tiempo, en España nadie había oído hablar de los clickbaits. Durante casi una década (desde enero de 2004, primeros registros de Google en España), el buscador de buscadores no recibía ni un solo navegante de internet preguntándose qué significaba ese concepto. Pero, en poco tiempo, pasó a tener unos picos de búsqueda (a partir de principios de 2014) que daban la medida de con qué fuerza el término había permeado los hábitos de trabajo de los medios y los hábitos de consumo informativos de los lectores.
¿Sirve de algo el clickbait?
Muchos medios de comunicación viven hoy en día aferrados a la hoja de Excel en la que presentan sus páginas vistas y navegadores únicos. Y, de un tiempo a esta parte, esos datos tienen como principales pilares noticias creadas y basadas en el clickbait. Piezas de escaso o nulo valor informativo elaboradas con el único fin de viralizarse y conseguir visitas… y que funcionan como última barrera entre algunos medios y la bancarrota. Pero eso, más allá del plano económico, no es gratis.
Los clickbaits suponen, a medio y largo plazo, una apuesta difícil de sostener. Cuando un medio basa alcanzar sus objetivos en dar uno o dos campanazos virales al día, en vez de en una base sólida de noticias de calidad y alcance, está hipotecando su supervivencia a medio plazo a cambio de minar su propia credibilidad de cara a los lectores.
Pero, ¿los medios hacen estas noticias porque el público las pide, o el público las consume porque es lo que los medios ofrecen? Sea cual sea la respuesta, un vistazo rápido a las noticias más vistas de medios generalistas (como las capturas de pantalla adjuntas de ABC y El Confidencial) muestran que rara vez los primeros puestos los ocupan noticias de secciones duras, como política o economía, sino piezas virales y ligeras o, como en tantas ocasiones se ha comprobado, sucesos escabrosos.
Conseguir un lector hoy gracias a un clickbait puede significar perderlo la semana que viene. Si el débil equilibrio entre noticias virales que consigan clics y noticias reales que aporten valor se desmorona, si esa balanza que soporta la supervivencia económica de los medios se desequilibra más de lo previsto, los lectores empezarán a ir a otros lugares a consumir información.
Pocos lectores quieren navegar por la web de un medio cuyas principales noticias y aportaciones se basen en titulares medio engañosos, enfoques sensacionalistas y demás carne de clickbait. En esta época de fact-checking, virales y redes sociales como medios de comunicación, elaborar noticias con rigor y precisión, análisis y enfoque, es casi revolucionario.